Siempre se afirma que los ricos no pagan impuestos. En este post analizamos el modelo impositivo que permite a los emprendedores eludir legalmente el pago de tributos (o la mayoría de las alzas impositivas)
Cada vez que se oyen nuevas demandas sociales que el Estado debe satisfacer, en opinión de algunos, de inmediato surge el problema de como financiar esas nuevas necesidades.
Y adivine usted entonces que ocurre.
Si, acertó, comenzamos a hablar de una nueva reforma tributaria. Esta, junto con la laboral, son pan, no digamos de cada día, pero si de cada año o al menos, de cada nuevo gobierno.
Luego, todos dicen al unísono, «subámosle los impuestos a los mas ricos», ¿cierto?
Pero, ¿realmente soportan los ricos las alzas de impuestos? Lo cierto es que los ricos no pagan impuestos.
Para entender el fenómeno de la carga impositiva de los mas poderosos, hay que entender la forma en como estos administran sus recursos y las figuras jurídicas que utilizan para ello.
La primera idea que debemos sacarnos de la cabeza cuando hablamos del tema es que los ricos tienen, como usted o como yo, todas sus posesiones a nombre propio, como persona natural. No es así.
Evidentemente, como su riqueza proviene de su actividad comercial o financiera (suponiendo que la fuente de ésta es lícita) sus posesiones se encuentran a nombre de las respectivas sociedades que constituyeron para realizar la mencionada actividad.
Los ricos controlan su patrimonio a través de sociedades y empresas.
¿Sabía usted por ejemplo que Andronico Luksic tiene a su nombre aproximadamente solo el 12% de sus propiedades y empresas? https://www.latercera.com/pulso-trader/noticia/luksic-matte-angelini-los-controladores-falabella-los-grupos-mas-dividendos-reciben-empresas/775936/
Así pues, el lugar donde funciona la fábrica, establecimiento comercial o sucursal, los vehículos de la empresa, los contratos de los trabajadores, hasta la casa que habitan y el auto que manejan, todo, está a nombre de la o las respectivas sociedades, por lo que todos los impuestos que gravan a esos bienes se consideran gastos necesarios para producir la renta. Es decir, no tributan. Igual tratamiento reciben los desembolsos que esos bienes generan. (art. 31. ley de renta). También, el empresario y su cónyuge o conviviente civil pueden pagarse un sueldo, denominado empresarial o patronal, hasta el tope imponible cada uno (hoy, de 2,27 millones de pesos aprox.) y deducirlo como gasto de la empresa.
O sea, cada vez que se suben los impuestos indirectos (por ejemplo, el IVA), se aumentan los gastos de las empresas que reducen sus ganancias, que a su vez pueden servir para generar nuevos negocios y empleo y ser gravadas con nuevos impuestos. O, si se aumentan los impuestos directos (Renta), se genera un incentivo contrario, alentando a que la empresa aumente sus gastos para reducir sus utilidades e incluso tener pérdidas (por ejemplo, aumentando el sueldo a toda su plana gerencial). Y aquí cae el segundo mito sobre los poderosos:
Los ricos nunca retiran las utilidades de sus empresas. Las utilizan para crear nuevos emprendimientos o para crear fundaciones o asociaciones sin fines de lucro o para adquirir nuevos activos, pero no las retiran para incorporarlas a sus patrimonios personales.
Olvídese del Tío Rico Mac Pato nadando en un arca de monedas y billetes.
En definitiva, cuando se aumentan los impuestos, adivine quien los paga. Si, otra vez acertó, la clase media y los mas pobres.
Así, como muy bien lo explica Robert Kiyosaki en sus obras, especialmente en Padre Rico, Padre Pobre (https://amzn.to/2QZKAwV), los ciudadanos comunes pagan impuestos primero y con lo que les queda, gastan. En cambio, los ricos gastan y luego, si queda algo, pagan impuestos.
Veamos un ejemplo:
La situación es mucho más dramática considerando la declaración anual de renta. Ello porque luego de soportar el impuesto sobre su sueldo (8% de sus ingresos en este caso, puede ser mas) y el IVA (19%) en los productos que adquirió para vivir, en el caso propuesto, el ciudadano aún debe pagar el impuesto global complementario, que lo grava con una tasa variable que en este caso particular asciende en pesos a $2.179.200.- Ello, sin considerar la rebaja por intereses pagados por crédito hipotecario, si es que cuenta con ese beneficio.
El empresario está gravado con igual tributo, pero a diferencia del simple ciudadano, puede imputar al impuesto global complementario, el de primera categoría (que afecta a las rentas provenientes del capital y de la actividad industrial y empresarial) que su empresa ya pagó, por lo que si éste fue superior a $2.179.200.- ya quedó libre nuevamente de cualquier carga impositiva.
A final de año, el pobre ciudadano tuvo una carga impositiva de 37% de sus ingresos, y el empresario, de 0%. O sea, en un año calendario, el empleado trabajó para el Estado, ¡¡¡¡cuatro meses y medio!!!!.
Ahora bien, los ricos nunca pagarán impuestos porque este sistema impositivo (que existe en la mayoría de los países del mundo), no será cambiado. Ello, porque obedece a la lógica del Estado de reconocer la realidad, de que son las empresas las que generan negocios, trabajo y dinero y que el aparato estatal no produce nada, salvo burocracia y muy malos servicios.
China, país comunista, reconoció esta realidad y modificó su Constitución en el año 2007, para reconocer el derecho a la propiedad privada.
Los países que han cambiado este sistema impositivo, por considerarlo injusto al otorgar un tratamiento distinto a personas que ganan lo mismo, ponen una lápida a la iniciativa privada y si ello ocurre, la economía se desploma, trayendo desempleo, inflación y recesión. Así ocurrió en Venezuela, en Corea del Norte, en Cuba y también en Chile en 1970.
Se trata en definitiva de un sistema impositivo que alienta la inversión privada y castiga al que juega a lo «seguro», buscando un empleo para subsistir.
No se trata de defender una u otra opción. Eso dependerá de la realidad, los valores y la mentalidad de cada uno. Que duda cabe que el mundo necesita trabajadores que con su esfuerzo produzcan los bienes y servicios para nuestra subsistencia, pero también de emprendedores que corran el riesgo y crucen el río creando empresas que no existían y satisfaciendo las necesidades de las personas. Aquí solo he intentado demostrar con números, muy rústicos por cierto porque no soy contador ni ingeniero, la afirmación de que los ricos no pagan impuestos y porqué nunca lo harán.
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